miércoles, 23 de mayo de 2012

El primer capítulo de mi historia.


PRIMER CAPÍTULO:


Me desperté aquella mañana de Julio, tumbada en mi cama, en mi mansión al borde de la playa. Me asomé a la ventana y allí estaba, el chico con el que había quedado, ese chico de dieciocho años, de ojos verdes esmeralda, bastante alto (más que yo), pelo marrón ese chico al que llamaban Willy, de William.
Cuando le vi, no pude dejar de pensar en lo que pasaría hoy, todas las aventuras que pasaríamos los dos juntos, en esa isla, en la isa del ‘Capo Verde’ (Cabo Verde).
Me vestí corriendo, bajé a desayunar, aunque sólo bebí un vaso de zumo de manzana. Salí disparada de la cocina, en dirección a la puerta de salida, dispuesta a hablar con él.

Me saludó con la  mano y con una feliz sonrisa. Me acerqué a él y le saludé con dos besos. Empezamos a conocernos mejor. Sentí un impulso que me acercó hasta sus labios. Le besé como nunca antes lo había hecho y me perdí en su mirada. Vi todo nuestro futuro juntos, cuando de repente, sonó el horrible despertador de mi cuarto, que anunciaba que Marta tenía que ir a un instituto de Madrid, allí dónde estudiaba, para en un futuro ir a la universidad, dónde quería estudiar una doble carrera de periodismo y derecho.
Marta era una chica de diecisiete años, con muchisimos sueños, pero lo que más deseaba en este mundo era acabar el instituto, acabar la universidad e irse a ‘Capo Verde’ con su anhelado William.

Marta se vistió tan deprisa como pudo, con su uniforme de colegio, una falda de cuadros roja y verde, un polo blanco, unos calcetines verdes y un jersey del mismo color. Fue a la cocina a desayunar su vaso de leche y sus tostadas de mermelada de arándanos que tanto le gustaba y que le había preparado su madre con tanto amor. Cuando acabó, fue al baño a lavarse los dientes, se miró delante del espejo, se maquilló un poco y se peinó. Cuando acabó se despidió de su madre y de sus tres hermanos dirigiéndose al instituto.

Unos minutos después, Marta había llegado al instituto.

Fue directa a su clase dónde encontró a Marina, Lucía, Carlota, Luis, Sergio y Alberto, sus mejores amigos desde hace muchos años.

-Hola chicos-saludé con la cara sonriente.

-Hola Marta-me respondieron al unisono.

-Que tal la Semana Santa? Yo estuve en mi pueblo.-intervino Carlota.

-¡Qué bien! Pues muy bien y vosotros-respondí.

-Pues la verdad es que bastante bien, aunque estuve aquí, en Madrid-contestó Marina.

-Bueno, yo no también, tuve que estudiar-dijo Sergio.

-Yo estuve en Málaga con mis primos-respondió Luis.

-Yo también, pero en Sevilla-nos dijo Alberto.

-Bueno, que nos lo hemos pasado genial-afirmé yo.

En ese instante llegó Manuel, el profesor de física y química.

-Buenos días a todos chicos, espero que hayáis pasado unas buenas vacaciones y que volváis con ganas de estudiar, que es la última evaluación y la más difícil como ya sabéis. Bueno, no os entretengo más. ¡Que empiece la clase!

-Ya empezamos-comentó Carlota.


Dos horas después.

-La verdad es que la clase de física y química y la de biología se me han pasado bastante rápido. Bueno, vamos a la cafetería a desayunar-le dije a mis amigos.

-Nosotros hoy queremos jugar al fútbol-comentó Luis- ¿Verdad chicos?-dijo señalando a Sergio y a Alberto.

-Claro-respondieron.

-Bueno pues nos vamos las chicas a la cafetería, ¿no?- pregunté.

-La verdad, es que yo quiero estudiar, que mañana tengo el examen de matemáticas-dijo Marina.

-Bueno, Carlota y Lucía, ¿vosotras os venís?-dije con la voz apagada.

-Pues yo sí, no tengo nada que hacer-dijo Carlota.

-Pues vayámos las tres-afirmó Lucía.

Después del recreo, llegaron la clase de música, de inglés y de educación física. La verdad, se me pasaron bastante rápido. A la hora de la comida, Carlota, Luis, Sergio y yo, nos fuimos a nuestras casas a comer, mientras que Lucía, Marina y Alberto se quedaban en el comedor del colegio.

Cuando llegué a casa.

-Hola cariño, ¿que tal el instituto esta mañana?-preguntó mamá.

-Pues bastante bien-respondí.

-Hola Juan, hola Ana, hola Guillermito-saludé a mis hermanos.

-Hola Marta-respondió Juan, el mayor de once años.

-Hola-contestó Ana, de seis años.

-Hola ‘arta’-respondió Guille, el pequeño, de dos años.

Comí y cuando acabé fui a mi cuarto a repasar la lección de hoy de física y química, y de biología y geología. Hice los deberes de inglés y me conecté al ‘Tuenti’. Allí hablé con William, quién me contó…

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